Hay objetos que no se rinden al tiempo.
No porque sean indestructibles, sino porque siguen haciendo eco.
Una máquina de escribir Olivetti. Una radio Braun. Una silla de los Eames. Un Walkman. Una Macintosh original.
No eran solo productos. Eran declaraciones.
Lo más interesante es que muchas de esas ideas siguen aquí. No en un museo, sino en tu bolsillo.
Diseños como esos no solo fueron bonitos, fueron pensados para durar. Diseñados con sentido, con una voz clara y coherente. Tenían alma. Como si su forma estuviera diciendo: “estoy aquí para ayudarte, no para distraerte”.
Raíces que siguen creciendo
Detrás de cada uno de esos íconos hubo alguien que pensó más allá del objeto. Que diseñó con intención.
Olivetti apostaba por la belleza en la oficina, creyendo que un entorno bien diseñado hacía mejor el trabajo. Charles y Ray Eames exploraban materiales nuevos sin dejar de lado la calidez. Dieter Rams definió un decálogo de diseño tan claro que todavía se enseña hoy. Y Frog Design, desde Alemania hasta Silicon Valley, ayudó a definir la personalidad visual de la tecnología que usamos todos los días.
Todos ellos, desde sus frentes distintos, entendieron que el buen diseño no solo se ve. Se siente. Te acompaña. Te escucha. Y sobre todo, no estorba.
Lo que aprendí diseñando espacios
Cuando estudié arquitectura, una de las cosas que aprendí y aún hoy uso en el marketing y en todo lo que hago, es lograr que lo que se diseña sea sostenible en el tiempo. Que la forma responda a alguna función que justifique su permanencia, pero que además esa función esté ligada a una historia. Una historia que ayude a construir y enlazar todas las piezas del proyecto, y su articulación con el contexto.
Eso puede ser una ciudad, un cuarto, tu bolsillo.
Aunque suene como mucho trabajo, esa lógica es aplicable a cualquier solución de diseño: un banner para un sitio web, una app, un objeto personal, un edificio o una tienda en la planta baja de ese edificio.
Solo hay que entender que de esa forma el diseño, y lo que quieres expresar con él, va a perdurar en el tiempo. Y mejor aún, va a lograr ese cometido por el que comenzaste a bocetarlo en tu mente.
📲 Lo invisible también es diseño
Hoy el diseño vive en lugares menos visibles pero igual de importantes. Como en la app que uso cada semana para las compras del supermercado. Se llama Bring, está diseñada en Suiza y es una lista de compras que comparto con mi esposa.
No tiene efectos innecesarios. No quiere ser otra red social. No busca retenerme más de lo necesario. Solo hace bien su trabajo. Y eso, en este mundo saturado, es casi un acto de resistencia.
Como Bring, hay productos digitales que heredan esa tradición: claridad, utilidad, belleza sencilla. Desde la interfaz del iPhone hasta los espacios en blanco en una app bien hecha, hay mucho más de Rams o Eames en la tecnología actual de lo que solemos reconocer.
🕰 Diseñar para dejar una huella
En estos tiempos donde todo cambia rápido, diseñar con la intención de que algo perdure es casi revolucionario. Pero también es necesario. Porque cuando algo está bien diseñado, no grita. Pero se queda.
Hay marcas que lo siguen intentando. Como Muji, que apuesta por lo esencial. Como LEGO, que sigue siendo relevante generación tras generación. Como los que crean pensando en cómo algo puede servir hoy y también mañana.
Así que si eres creador, diseñador, emprendedor o simplemente alguien que toma decisiones sobre cómo se presenta su trabajo al mundo, pregúntate esto:
¿Estás diseñando para llamar la atención, o para dejar una huella?