En medio de las guerras, de la incertidumbre económica, de los algoritmos que lo gritan todo al mismo tiempo, hay algo que nunca se apaga: el impulso de crear.
Los creadores (tú, yo, cualquiera que alguna vez haya escrito una línea, diseñado una portada, publicado un post o cocinado un plato como si fuera arte) sentimos ese llamado. A veces con alegría, a veces con cansancio, pero siempre está ahí. Como una señal débil en una frecuencia vieja, que insiste en decirnos: sigue adelante.
No importa si hay balas cruzando, o si lo que nos golpea es más invisible: ansiedad, desinformación, ruido. En mi vida lo he visto y lo he vivido (en Venezuela, cuando el miedo era cotidiano y escaseaban las cosas que normalmente dábamos por sentado; en Estados Unidos durante la pandemia, cuando todo se cerró y la incertidumbre se hizo fuerte; y hoy mismo, en medio de protestas, algoritmos caóticos, y un mundo donde todos hablamos pero nadie se escucha).
Y sin embargo, seguimos creando. Como oí decir una vez, y como yo mismo he repetido muchas veces: si tienes algo que decir, probablemente hay alguien que quiera necesita escucharte.
Seguimos escribiendo newsletters, grabando podcasts, pintando, haciendo stickers, componiendo canciones o diseñando cosas que solo alguien con hambre de belleza va a entender. Algunos dirán que eso es banal, que no cambia el mundo. Pero en realidad es lo único que lo cambia.
Porque cada historia contada es resistencia. Cada risa provocada es un pequeño triunfo contra la desesperanza. Cada idea compartida es una semilla de humanidad.
Así que si te sientes agotado, si piensas que lo que haces no importa, recuerda esto: crear es construir civilización. Crear es hacer visible el alma. Crear, y disfrutar las creaciones de los demás, nos hace profundamente humanos.
Aunque el mundo arda, nosotros seguimos creando.

Luego de decirles todo eso, me pareció hasta irresponsable no dejarles algunos consejos para despertar las ganas de crear, de hacer, de poner a mover esa máquina que es tu cerebro en conexión con tu alma.
Acá los comparto:
Consejos para despertar las ganas de crear
1. Hazlo pequeño y sin presión
No trates de crear la gran obra. Dibuja una línea. Escribe una frase. Graba una nota de voz con una idea suelta. Lo pequeño abre puertas que lo perfecto bloquea.
2. Consume lo que te inspira, no lo que te cansa
Revisa tus feeds: ¿te están alimentando o drenando? Cambia el algoritmo. Escucha ese podcast que te ayuda a tener nuevas ideas, relee ese libro que te marcó, busca ese artista que te movía el piso.
3. Vuelve al porqué
Pregúntate: ¿para qué quiero crear?
No es para recibir likes ni para pertenecer. Es para expresarte, entenderte, sanar, construir, cuestionar o simplemente jugar. Recordarlo cambia el enfoque.
4. Rodéate de otros creadores
Una conversación con alguien que esté haciendo cosas (aunque sean distintas) puede ser como gasolina creativa. No te aísles: la inspiración muchas veces llega en voz ajena.
5. Crea rituales, no reglas
Prende una vela, toma un café en una taza especial, escucha una canción específica cada vez que vas a crear. Los rituales mandan señales al cerebro: es hora de entrar al taller.
6. Cambia de medio
¿Siempre escribes? Dibuja. ¿Siempre diseñas? Haz collage con tijeras. Cambiar de herramienta cambia tu perspectiva y rompe la rutina mental.
7. Permítete no mostrar nada
No todo tiene que ser compartido. A veces el simple acto de crear para ti libera bloqueos. No hay presión si no hay público.
8. Recuerda que crear también es resistir
Volviendo a lo que hablábamos antes: crear, incluso cuando no hay ganas, puede ser un acto de resistencia contra la inercia del mundo.