Lo imperfecto como lenguaje: por qué hoy amamos lo retro, el pixel art y el glitch
Vivimos rodeados de pantallas perfectas, animaciones fluidas y cámaras que corrigen cada detalle en tiempo real. Sin embargo, lo que nos sigue emocionando es lo que parece roto, pixelado o desfasado. Desde filtros que simulan VHS, hasta videojuegos indie que apuestan por el pixel art o el low poly, lo que alguna vez fue una limitación técnica hoy es un lenguaje estético que conecta con algo mucho más profundo: la nostalgia, lo humano y lo imperfecto.
En una época donde todo es editable y retocable, lo imperfecto se siente auténtico. Quizás por eso nos atraen tanto los errores visuales como los glitches, los audios saturados o los diseños que recuerdan las interfaces viejas. No es solo estética, es una declaración: “esto fue hecho por alguien real, con herramientas limitadas, pero con mucha intención”. Y eso genera una conexión que lo perfecto no siempre logra.
Mira el regreso del vinilo, el cassette o las cámaras analógicas. Tecnologías que fueron desplazadas por lo “mejor” (el streaming, lo digital, lo instantáneo) hoy se sienten más valiosas justamente por sus imperfecciones: el ruido, el grano, la espera. O piensa en marcas como Balenciaga o Vetements que han llevado lo “feo” o lo inacabado al centro de la conversación en moda, cuestionando los estándares de belleza tradicionales y provocando a la industria con piezas que parecen errores, pero son puro statement.
La razón de ser de la creación es expresarnos y llegar a otros. Una canción, un artículo, un videojuego, un objeto. Incluso cuando es algo utilitario, su propósito es resolver un problema o un “dolor”, pero la forma en la que lo creamos, el diseño que lleva consigo, es nuestra manera de expresar cuánto nos importa (o no) la experiencia de quien lo va a usar, ver o simplemente disfrutar.
No toda la generación de contenido tiene como fin último el tan añorado engagement, el click, el reply o el mantener a la gente haciendo scroll eternamente para satisfacer la necesidad de endorfinas. A veces se trata simplemente de expresarnos, de contar lo que nos pasa por la cabeza, de lanzar un mensaje en una botella y esperar que quien la abra conecte con ese mensaje. Más allá de que te pueda contestar o no, incluso de que lo sepas o no. Es sacar lo que llevas dentro, y compartirlo con otros. Los que lo aprecian buscarán más, los que no, simplemente lanzarán de vuelta la botella al mar.
El reto para las marcas, los creadores y los emprendedores es entender que lo imperfecto no es un defecto, sino una oportunidad para mostrar humanidad y generar cercanía. No hace falta tener el mejor equipo o el diseño más caro para conectar con una audiencia. A veces, lo que más engancha es lo que se siente hecho a mano, con las marcas visibles del proceso creativo.
¿Qué estética o tecnología “vieja” te sigue pareciendo más honesta o poderosa?
Me encantaría leerte.