Cuando llevas más de 23 años blogueando, 15 o 16 en redes sociales y podcasts, te parece que fue ayer cuando comenzaste a escribir un newsletter…pero fue hace seis años y unos meses.

Ayer le hice un ajuste a su formato, para hacerlo un poco más entretenido y sencillo de crear/consumir, y para ello lo moví a Substack, una plataforma para distribuír contenido a través de email, o lo que llamamos “newsletters”. Pero lo que comenzó siendo emails muy largos, como posts en un blog que recibimos en nuestro buzón de correo electrónico, ahora tienen todas las funcionalidades y características de esos blogs (de este blog, por ejemplo), incluso un archivo público.

Quienes ya estaban suscritos no tienen que hacer nada, siguen suscritos. El que quiera suscribirse, solo tiene que entrar en el mismo link de siempre: todo.elmodulor.com y poner allí el email en dónde quieren recibirlo, semana a semana.

Muchas gracias por leerme, aquí, allá, y por comentar lo que les envío semanalmente directo a sus buzones.

Acá abajo les comparto algo que escribí hace seis años acerca del newsletter que estaba comenzando entonces:

Cuando 140 caracteres no son suficientes

Llevo cierto tiempo pensando en la idea de hacer un un newsletter, un boletín, aunque suene a algo que ya hago, y es que en cierta forma, publicar contenido con cierta regularidad en redes sociales, en blogs, en sitios web, es parecido.

Piensas en el contenido, investigas, lo desarrollas, publicas, lo promocionas. Podemos estar hablando de un tweet, de un artículo en un blog, una revista o de un newsletter. Pero un newsletter, un boletín enviado por correo electrónico tiene una particularidad interesante que probablemente no tienen muchas redes sociales: se queda allí, en la “intimidad” de tu buzón de correo electrónico. Un tweet va desapareciendo conforme aparecen otros mensajes que lo desplazan (y ni que lo pongas como “favorito” lo vuelves a ver pronto, al menos yo no recuerdo la última vez que fui a revisar mis “favoritos” en Twitter); un mensaje en Facebook, ni hablar, su aparición o “desaparición” en tu timeline depende del ánimo de un ser humano que hizo un algoritmo y lo puede modificar cuando quiera (no es una queja, al final, es como una “Internet privada” y uno hace lo que quiera en su casa). En un blog colocamos artículos que pueden ser muy interesantes o dignos de un bostezo, pero hace falta que lo promuevas para que la gente llegue a el, (y con tantas opciones que hay hoy, se agradece sobremanera que alguna persona tenga la amabilidad de entrar a ver que hay de nuevo en tu blog). El email, el email no ha desaparecido, sino que ha cobrado un nuevo valor.

Un newsletter es el artículo y la promoción al mismo tiempo, puedes enfocarte en el contenido, en hacerlo conciso, claro, interesante, hasta divertido si quieres, para transmitirle a quien lo lee esa idea que pensaste, investigaste y desarrollaste. Le queda allí en su buzón, lo puede leer de inmediato, lo puede leer más tarde, lo puede compartir “desde la intimidad” a sus contactos de correo electrónico, y así.

Mi Newsletter.

Mi primera publicación en Internet fue en un espacio en el servidor que me daba uno de los primeros proveedores de acceso que conocí, por 1995,(Netpoint, en Venezuela, para más señas). Allí colocaba una vez a la semana una nota, y almacenaba cronológicamente las anteriores: era un blog, se llamaba El Modulor, que era el nombre de usuario que tomé para mi correo electrónico de entonces. A través de este newsletter les contaré una vez a la semana algo que considere relevante, interesante, (algo que esté escuchando, leyendo, viendo, y que crea que les puede gustar), de una manera más personal que simplemente una foto o un mensaje de 140 caracteres, que seguiré enviando, pero sabiendo que hay un grupo de personas leyendo y entendiendo por qué sucede todo lo demás.